miércoles, 27 de julio de 2011
Gary Cooper (Helena, E.E.U.U., 7 de mayo de 1901)
Un actor que nació hace 110 años suena a pionero del cine, pero no es tan así. Es cierto que debutó cuando aún reinaban los films mudos (1925), pero su aura corresponde a los años ‘30, ‘40 y ’50, la época de oro de Hollywood. Alcanzó el status de estrella como galán, gracias a su apostura. Con el tiempo se impuso como un intérprete sobrio y dúctil, apto tanto para el drama, como para la aventura y la comedia.
Trabajó en alrededor de 100 películas, al principio como actor secundario. Pese a tener un papel breve, llamó la atención en “Alas” (William Wellman; 1927), el primer film que obtuvo el Oscar a la mejor película. Llegaría al estrellato con el sonoro, con películas como “Marruecos” (Josef von Sternberg; 1930), “Adiós a las armas” (Frank Borzage; 1932); “Si tuviera un millón de dólares” (Ernst Lubitsch y otros seis directores; 1932), “Tres lanceros de Bengala” (Henry Hathaway; 1935), “El secreto de vivir” (Frank Capra; 1936) y “La octava mujer de Barba Azul” (Ernst Lubitsch; 1938).
En los ‘40 destacaría en “Bola de fuego” (Howard Hawks; 1941), “Sargento York” (Howard Hawks; 1941), “¿Por quién doblan las campanas?” (Sam Wood; 1943) y “El manantial” (King Vidor; 1949). Luego de unos años en donde su carrera pareció vacilar, con algunas películas sin importante impacto en el público o la crítica, recuperó sus mejores momentos con “A la hora señalada” (Fred Zinnemann; 1952), un sólido western. Seguirían, entre otros films, “Veracruz” (Robert Aldrich; 1954), “Amor en la tarde” (Billy Wilder; 1957) y “El árbol del ahorcado” (Delmer Daves; 1959).
Ganó tres Oscars, los dos primeros como mejor actor principal (“Sargento York” y “A la hora señalada”) y el tercero por el conjunto de su carrera y por su aporte a la industria del cine (1960). Fue nominado en otras tres ocasiones, siempre como actor protagónico.
Su última película “Sombras de sospecha” (Michael Anderson), se estrenó algo después de fallecimiento, acaecido el 13 de mayo de 1961, a los 60 años. Al igual que otros actores de su generación, también muertos en la misma época (Clark Gable, Errol Flynn, Tyrone Power), Cooper no llegó a la vejez. Se le recuerda como uno de los actores más respetados del cine estadounidense de todos los tiempos.
“La diligencia” (“Stagecoach”)
Origen: E.E.U.U. (1939). Dir: John Ford. Prod: Walter Wanger y John Ford. Guion: Dudley Nichols, basado en el relato “Stage to Lordsburg”, de Ernest Haycox. Fotog: Bert Glennon. Montaje: Otho Lovering. Protags: Claire Trevor, John Wayne, Thomas Mitchell, George Bancroft, John Carradine, Andy Devine. Duración: 97 minutos.
“La diligencia” está considerado el primer western prestigioso de la historia del cine, pero es bastante más que eso. Se trata de una de las grandes obras de John Ford. Film esencialmente épico, define magistralmente los elementos que caracterizarían al género del Far West, un aporte que EEUU ha legado a la cinematografía mundial. Por otro lado –y a diferencia de casi todos los westerns posteriores– es una película coral. Todos los personajes principales tienen un grado de protagonismo similar.
Narra el viaje de un carruaje a través del desierto, desde la población de Tonto a la de Lordsburg. Esta diligencia recorre espacios grandiosos y desolados, filmados con una notable fotografía en blanco y negro. En esos parajes siempre está la amenaza del indio, que en algún momento se concreta. Pero además, la tensión dramática no decae un instante, merced al dinamismo de la historia que remarca las interacciones entre los personajes. El cowboy perseguido, el médico borrachín, la mujer de vida airada (expulsada de Tonto por las damas puritanas), el jugador cínico, el banquero, el alguacil… cada uno es un arquetipo del western. No faltan la persecución de los apaches –una de las mejores escenas– y el duelo callejero.
Ford puso su sello de maestro en esta gran obra. La atmósfera épica, el drama, la emoción, la poesía de la imagen, el paisaje como elemento activo de la historia y hasta el humor lucen en la precisión de los diálogos y en el adecuado montaje, pero también en los largos travellings, en los planos fijos, en la profundidad de campo y en los contrastes de luz. Mención especial merece la inclusión de uno de los paisajes más fotogénicos y notables de EEUU: el Monument Valley –Ford volvería a incluirlo en otros films del oeste–, con su espectacularidad y omnipresencia, que encaja perfectamente en la grandiosidad del western.
Hacia fines de la década del 30 el cine del oeste era absolutamente infravalorado. Junto con “La diligencia” eclosionan otros títulos destacados. Aunque el film de Ford ha pasado a la historia como el que reivindicó a este género. Por otro lado, John Ford armó su elenco sin estrellas, por cuestiones presupuestarias. John Wayne venía protagonizando películas –en general de clase B– desde los ‘20, pero no era muy conocido para el público. Claire Trevor fue casi siempre una actriz secundaria, al igual que el resto del casting. Sin embargo, todos los intérpretes estuvieron a la altura del gran film que fue “La diligencia”, destacando particularmente Thomas Mitchell, como el médico beodo.
“La diligencia” obtuvo siete nominaciones al Oscar, incluyendo mejor película y mejor director. Ganó dos: al mejor actor de reparto (Thomas Mitchell), y a la mejor música. A partir de este film John Wayne se transformó en estrella.
Orson Welles (Kenosha, E.E.U.U., 6 de mayo de 1915)
Artista, genio, maestro del cine, creativo, perfeccionista, egocéntrico, independiente, director maldito, problemático… todos son atributos que encajan en este personaje único. Fue director, productor, guionista y actor. Trabajó también en la radio y en el teatro. Está considerado como una de las figuras máximas e influyentes de la cinematografía. Autor de uno de los films más innovadores: “El ciudadano”, su carrera como director fue, sin embargo, discontinua, prácticamente sin éxitos de público –aunque sí de crítica– y con varias obras inacabadas.
Proveniente de un hogar acaudalado, recibió una educación orientada fundamentalmente a la formación artística. Su vinculación con las artes interpretativas comenzó con el teatro. Pero sería a través de la radiofonía que adquiriría fama, con una versión de “La guerra de los mundos”, de H.G. Wells, que provocó una gran conmoción entre los oyentes. Ello le valió un contrato de la compañía productora RKO para dirigir cine, actividad en la que no tenía experiencia. Su primera película fue, sin embargo, “El Ciudadano” (1941), estrenada cuando Orson solo tenía… 26 años.
En su segundo film, “The magnificent Ambersons” (1942), el montaje final fue alterado por la RKO, lo que disgustó a Welles. A ésta siguieron otras, entre las que cabe destacar por su gran calidad a “La dama de Shanghai” (1948), “Sed de mal” (1958) –también considerada una obra maestra– y “Campanadas a medianoche” (1966). La última formó parte de una trilogía sobre Shakespeare, junto a “Macbeth” (1948) y “Otelo” (1952). También dirigió “Mister Arkadin” (1955), “El proceso” (1962) y “Una historia inmortal” (1968). Entre los proyectos cinematográficos inacabados está “Don Quijote”.
Como actor, Welles protagonizó casi todas sus películas, pero también varias de otros directores. De estas últimas cabe destacar a “El tercer hombre” (Carol Reed; 1949), “Moby Dick” (John Huston; 1956), “Un largo y ardiente verano” (Martin Ritt; 1958), “Un hombre de dos reinos” (Fred Zinnemann; 1966) y “La década prodigiosa” (Claude Chabrol; 1971).
Se casó tres veces; la segunda oportunidad con la célebre actriz Rita Hayworth. Durante toda su vida tuvo un elevado ritmo de trabajo y muchos problemas financieros. A pesar de su prestigio entre la crítica del cine, sólo obtuvo dos Oscars: mejor guion original por “El ciudadano” (1941) y honorario por el conjunto de su carrera (1970). Murió en Los Ángeles el 10 de octubre de 1985, víctima de un ataque cardíaco, mientras se encontraba escribiendo para el material que proyectaba filmar ese mismo día.
A despecho del bajo impacto en la taquilla de sus películas, fue en vida admirado por la gran mayoría de los críticos. A posteriori su prestigio no ha cesado de crecer. Ha sido homenajeado en diversos films. En la notable “Ed Wood” (Tim Burton; 1994), Welles es encarnado por el actor Vincent D'Onofrio, en una escena que muestra su encuentro casual con el poco talentoso director que da título a la película. Recientemente se rodó “Me and Orson Welles” (Richard Linklater; 2009), sobre un episodio de la vida del genial director.
“Casablanca”
Origen: E.E.U.U. (1942). Dir: Michael Curtiz. Prod: Hal B. Wallis. Guion: Julius J. Epstein, Philip G. Epstein y Howard Koch, basado en la obra teatral “Everybody goes to Rick’s”. Música: Max Steiner. Fotog: Arthur Edeson. Montaje: Owen Marks. Protags: Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Paul Henreid, Conrad Veidt y Peter Lorre. Duración: 102 minutos.
“Casablanca” es uno de los ejemplos más notables del cine de equipo de un estudio cinematográfico estadounidense (en este caso, la Warner Brothers). Posee un guion ingenioso, un ritmo que no decae en ningún momento, una excelente fotografía y buenas interpretaciones. La historia es sumamente atractiva y está hábilmente narrada. Puede apuntarse cierta artificiosidad y falta de realismo en algunas escenas y una simplificación excesiva en la presentación del contexto histórico. Pero debe tenerse en cuenta que “Casablanca” es una película romántica realizada en uno de los períodos más brillantes del cine de Hollywood. No puede escapar a la sofisticación ni dejar de apelar al glamour de sus estrellas. Dos de sus méritos más evidentes son el humor y la ironía que zumban constantemente. En algunas escenas, los diálogos son brillantes.
El dúo protagónico impone su sello. Bogart destaca en el papel de héroe existencialista y la Bergman aporta su magnifica presencia, su encanto y su justa expresividad. Además, algunos de los actores secundarios –particularmente Claude Rains– están impagables.
Varios factores –la amable sintonía entre la solidez y la sencillez narrativa, el héroe romántico (que cimentó el mito Bogart), el ritmo y la química entre las dos estrellas– han convertido a “Casablanca” en una película de culto, manteniendo su prestigio entre los espectadores de diferentes épocas. Asimismo, dentro del contexto “Casablanca” algunas escenas se han convertido también en objetos de culto, como ocurre con el reencuentro entre Bogart y la Bergman, mientras Dooley Wilson canta “Según pasan los años”, y el final, con la despedida de los mismos protagonistas en el aeropuerto.
“Casablanca” obtuvo ocho nominaciones para los Oscars de 1943, ganando tres: mejor película, mejor director y mejor guion adaptado. Es una de las películas más celebradas por el público en toda la historia del cine. Ha sido evocada en varios films posteriores; uno de ellos “Sueños de un seductor” (“Play it again, Sam”), dirigida por Herbert Ross en 1972 e interpretada por Woody Allen y Diane Keaton. Este film concluye con una elocuente referencia a la escena final de “Casablanca”.
George Clooney (Lexington, EEUU, 6 de mayo de 1961)
Uno de los intérpretes estadounidenses más apreciados en la actualidad, proviene de una familia con varios actores (el más célebre, José Ferrer). Debutó en cine en 1987, pero alcanzó fama recién en los ’90, a partir de su trabajo en la serie televisiva “ER emergencias”. Rápidamente se convirtió en una de las estrellas masculinas más reclamadas y mejores pagas de Hollywood. Ha dirigido tres films.
Su apostura y su solidez interpretativa le han permitido ocupar un puesto de privilegio entre los actores estadounidenses actuales. Sin embargo, su filmografía alterna algunas películas destacadas, con varias regulares, mediocres o malas (entre estas últimas, “Batman y Robin”, dirigida por Joel Schumacher en 1997). Entre los mejores films que protagonizó están “Del crepúsculo al amanecer” (Robert Rodríguez; 1995), “La delgada línea roja” (Terrence Malick; 1998), “Tres reyes” (David O. Russell; 1999), “¿Dónde estás, hermano?” (Joel Coen y Ethan Coen; 2000), “Buenas noches, buena suerte” (George Clooney; 2005) y “Amor sin escalas” (Jason Reitman; 2009).
Como suele ocurrir con varios actores del cine norteamericano, los papeles más celebrados o con mayor impacto popular de Clooney no corresponden a las mejores películas que interpretó. Ganó el Oscar al mejor actor de reparto por “Syriana” (Stephen Gaghan; 2005), película apenas discreta. También para el Oscar, fue nominado como actor principal en la pretensiosa y poco lograda “Michael Clayton” (Tony Gilroy; 2007) y en la citada “Amor sin escalas”. Además, ha protagonizado varias cintas del mediocre Steven Soderbergh -entre ellas: “La gran estafa”, 2002; “La nueva gran estafa”, 2004 y Solaris; 2002-, ninguna con demasiados méritos. Asimismo, han sido poco recomendables “La tormenta perfecta (Wolfgang Petersen: 2000), “Quémese después de leerse” (2008; una de las peores obras de los hermanos Coen) y “Hombres de mentes” (Grant Heslov; 2009), que también lo contaron como protagonista.
De todas maneras, la solidez y la simpatía de Clooney le han permitido salir airoso aún en esas películas fallidas. Su prestigio ha crecido a partir de la obtención del Oscar y de su labor como director. Aquí hay que destacar “Buenas noches, buena suerte”, un film meritorio, que tuvo seis nominaciones al Oscar y cuatro a los Globos de Oro. Por otra parte, ha intervenido en la producción de varias películas.
Rodolfo Valentino (Castellaneta, Italia, 6 de mayo de 1895)
También bailarín, sus dotes para la danza se aprovecharon en diversas películas. Lo más famoso de su filmografía está representado por: “Los cuatro jinetes del Apocalipsis” (Rex Ingram; 1921) –en donde encarna a un argentino y baila el tango en una famosa escena–, “El sheik” (George Melford; 1921), “Sangre y arena” (Fred Niblo; 1922), “El aguila negra” (Clarence Brown; 1925) y “El hijo del sheik” (George Fitzmaurice; 1926).
Alcanzado el éxito vivió una vida de lujos y fastuosidad. Estuvo casado –en ambos casos por corto tiempo– con las actrices Jean Acker y Natacha Rambova. Falleció el 23 de agosto de 1926, con solo 31 años y víctima de una peritonitis. No llegó a intervenir en película sonora alguna. Escribió poesías que editó en un libro y durante su vida se publicó su biografía –aparentemente tomada de su diario personal–, en forma seriada.
Fue considerado en su época un actor apenas discreto. Pero lo más notable de este personaje es la enorme trascendencia de su figura y su fuerte impacto social (particularmente a nivel de las espectadoras femeninas). Fue uno de los más grandes mitos del cine de todos los tiempos. El funeral de Rodolfo Valentino convocó a muchísimas personas, tanto ligadas a la cinematografía como al público. Sobre su vida y su paso por el Séptimo Arte se han publicado numerosos libros. En 1977 Ken Russell realizó el film “Valentino”, con el bailarín Rudolf Nureyev encarnando al célebre Rodolfo.
Nacimiento de Audrey Hepburn (Ixelles, Bélgica, 4 de mayo de 1929)
Una de las actrices más maravillosas que ha dado el cine, se dedicó también a la actuación teatral, a la danza y al modelaje. Comenzó en el cine en el Reino Unido. Muy joven se trasladó a E.E.U.U. Actuó en Broadway y pronto pasó a Hollywood, mediante un papel protagónico en “La princesa que quería vivir” (William Wyler; 1953), que le permitió ganar un Oscar a la mejor actriz. Impuso su belleza nada convencional para la época y desarrolló una carrera bastante notable.
Luego de pocas, pero exitosas películas –fines de los ‘50– Audrey Hepburn pasó a ser una de las estrellas más relevantes y mejores pagas del cine mundial. Sin embargo, su filmografía no fue demasiado prolífica. Intervino en películas más o menos regularmente desde 1953 a 1967. Luego se retiró del cine para ocuparse de sus hijos. Retornó en 1976, trabajando sólo en cuatro films más hasta 1989. Entre este último año y 1993 colaboró activamente con UNICEF, convirtiéndose en embajadora de buena voluntad, dedicándose a causas como el SIDA o la desnutrición de los niños en todo el mundo.
Entre las películas más célebres que protagonizó están “Sabrina” (Billy Wilder; 1954), “La guerra y la paz” (King Vidor; 1956), “Amor en la tarde” (Billy Wilder; 1957), “Historia de una monja” (Fred Zinnemann; 1959), “Lo que no se perdona” (John Huston; 1960), “Desayuno con diamantes” (Blake Edwards; 1961), “Charada” (Stanley Donen; 1963), “Mi bella dama” (George Cukor; 1964), “Un camino para dos” (Stanley Donen; 1967), “Espera la oscuridad” (Terence Young; 1967) y “Robin y Marian” (Richard Lester; 1976). Además del Oscar que ganó, fue nominada a este galardón en otras cinco ocasiones, siempre como acriz principal.
Tuvo como compañeros a varios de los actores más prestigiosos del período durante el cual estuvo ligada al cine: Gregory Peck, Humphrey Bogart, William Holden, Henry Fonda, Burt Lancaster, Peter Finch, Gary Cooper, Cary Grant, Rex Harrison, Albert Finney y Sean Connery. Cabe destacar que ninguno opacó su estrella.
Estuvo casada en tres ocasiones, la primera con el actor Mel Ferrer. Su última intervención cinematográfica fue a través de un pequeño papel en una de las cintas menos conocidas de Steven Spielberg: “Always” (1989). Falleció de cáncer en Tolochenaz, Suiza, el 20 de enero de 1993. Meses después de su muerte, se le concedió un Oscar especial: el Premio Humanitario Jean Hersholt por su labor como embajadora permanente en UNICEF.
Audrey Hepburn fue una gran actriz, pero quizás lo más notable de su carrera ha estado ligado al increíble glamour que le proporcionó su personalidad. En sus comienzos, se impuso en un Hollywood preñado de divas de voluptuosas formas (Marilyn Monroe, Lana Turner, Rita Hayworth, Ava Gardner, Jane Russell, etc.), generalmente sofisticadas y con atuendos suntuosos. Audrey creó un estilo original e inconfundible: el de la sencillez, la frescura y la figura elegante, pero extremadamente delgada; más a tono con la atmósfera de los '60. Su forma de vestir y de peinarse impusieron modas, que la convirtieron en una figura mítica. A 18 años de su fallecimiento, su estrella no se ha apagado.
Hija de un banquero inglés y de una aristócrata holandesa, tuvo una infancia difícil, a causa de la separación de sus padres y de penurias sufridas durante la Segunda Guerra Mundial. Padeció de carencias alimenticias y, a raíz de ello, sufrió anemia y problemas respiratorios. Es curioso, pero tal circunstancia marcó el aspecto físico que deslumbraría al público cinematográfico mundial. Como sea, Audrey ha trascendido como una de las mayores estrellas de Hollywood de todos los tiempos.
El hombre que podía recordar sus vidas pasadas (Tío Boonme) (Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives )
Orígen: Tailandia, Gran Bretaña, Alemania, Francia, España, Holanda/2010). Guión y dirección: Apichtpong Weerasethakul. Protagonistas: Sakda Kaewbuadee, Matthieu Ly, Vien Pimdee. Fotografía: Yukontorn Mingmongkon y Sayombhu Mukdeeprom. Edición: Lee Chatametikool. Duración: 114 minutos.
El nuevo film de Apichtpong Weerasethakul es un viaje mágico-fantástico, imprevisible y lleno de sorpresas. Boonmee está enfermo y decide acabar sus días entre los suyos en el campo, al norte de Tailandia, cerca de Laos. En la casa de su cuñada es visitado por el fantasma de su mujer fallecida y el hijo desaparecido años atrás reencarnado en una especie de orangután de ojos rojos luminosos que deambula junto a sus semejantes. Meditando sobre los motivos de su enfermedad, Boonmee atravesará junto a su familia la selva hasta llegar a una cueva en la cima de una colina, el lugar de nacimiento de su primera vida.
En El hombre que podía recordar sus vidas pasadas no hay uno sino cientos de verde, infinitas gamas de verde, en la que vamos avanzando en un mundo ya no físico, donde las reencarnaciones cobran vida en esa fortificación verde que suscita en el espectador un efecto liberador. Análogamente compuesta por cortometrajes ensamblados con largometrajes y notables escenas de cámara en mano, el “auteur” Apichtpong Weerasethakul los aborda con elementos de la mitología tailandesa y del budismo a la vez que alude a la represión política pasada y presente.
Si la Palma de Oro que el jurado de Cannes del año 2010 (Victor Erice , Benicio de Toro , Emmanuel Carrere , Alberto Barbera , Kate Beckinsale , Shekhar Kapur , Alexandre Desplat y Giovanna Mezzogiorno) encabezado por el gran Tim Burton sirve para que miles de argentinos disfrutemos de esta experiencia sensorial bienvenido sea. Esperemos que a raíz de dicho acontecimiento se normalice la distribución comercial del cine de Apichtpong Weerasethakul internacionalmente.
Cabe destacar que para quienes están acostumbradas a una progresión dramática más clásica (introducción-nudo-desenla ce) y a una narración que explique o justifique cada acción que se plantea, es probable que desconcierte o exaspere a más de un espectador. Más allá de eso este estreno es todo un hito en la cartelera actual y debemos celebrar el talento de este joven tailandés.
Glenn Ford (Quebec, Canadá, 1 de mayo de 1916)