lunes, 9 de enero de 2012
sábado, 7 de enero de 2012
“Mi primera boda”
Origen: Argentina (2011). Dir: Ariel Winograd. Prod: Nathalie Cabiron, Ricardo Freixa y Axel Kuschevatzky. Guion: Patricio Vega. Fotografía: Félix Monti. Montaje: Francisco Freixá. Música: Lucio Godoy y Dario Esquenazi. Dirección de arte: Juan Cavia. Protags: Natalia Oreiro, Daniel Hendler, Imanol Arias, Soledad Silveyra, Pepe Soriano, Martín Piroyansky, Muriel Santa Ana, Marcos Mundstock, Daniel Rabinovich, Gabriela Acher. Duración: 97 minutos.
Comedia de enredos, que retoma un tema transitado por varias películas del género. Algunas de ellas: “El padre de la novia” (Vincente Minelli; 1950), “Una boda” (Robert Altman; 1978), “Cuatro bodas y un funeral” (Mike Newell; 1994), “La boda de Muriel” (P.J. Hogan; 1994), “La boda de mi mejor amigo” (P.J. Hogan; 1997) y “Los rompe bodas” (David Dobkin; 2005). Particularmente en Estados Unidos, las historias de bodas han dado lugar a comedias glamorosas, con importantes estrellas, mucho lujo y ambiente festivo.
También ése es el caso de “Mi primera boda”, que parece ser el film argentino que tira la casa por la ventana en 2011. Winograd, responsable también de la irregular “Cara de queso” (2006), no escatima solvencias actorales y técnicas. A un elenco con varias figuras conocidas se suma una fotografía luminosa y de notable factura en el panorama cinematográfico argentino, impecable locación, buena música y destacado vestuario. La narrativa recurre a variados recursos (relatos frente a la cámara, flashbacks, cámara en movimiento, etc.), que resultan eficaces para el fluir de la historia. Todo suma.
Con todo este cóctel de esmerados detalles, Winograd no parece afrontar demasiados riesgos. El guion es meritorio, partiendo, como en muchas comedias de este tipo, de una situación equívoca que desencadena una serie de enredos. Pero, ya que la anécdota es casi mínima, el desarrollo de la película debe permitir una serie de subtramas que mantengan el interés y la coherencia de la historia. Allí debe aparecer la habilidad del director. ¿Aparece en este caso? En una porción estimable, puede decirse que sí. En general, el ritmo es adecuado, con momentos realmente divertidos.
Sin embargo, algunas de esas tramas secundarias no fluyen demasiado bien. Un ejemplo claro es la subhistoria que llevan adelante el cura y el rabino casamenteros (Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich, respectivamente). Las situaciones que protagonizan resultan poco interesantes, lastradas por diálogos elementales y previsibles, cuando podrían haber dado lugar a contrapuntos más agudos y brillantes. La historia se apoya demasiado en la pareja principal. Ello impide que brillen otros intérpretes, incluso aquellos más cercanos a la anécdota central del film, caso de Martín Piroyansky y Muriel Santa Ana.
Eso sí, los dos protagonistas excluyentes –Oreiro y Hendler– cumplen perfectamente sus roles. No solo por desenvolverse adecuadamente en todas las situaciones que les toca llevar adelante, sino porque la química de la pareja funciona a alto vuelo. Se trata de dos excelentes comediantes (aspecto que en Natalia Oreiro suele no ser reconocido). De los secundarios quedan muy bien parados Gabriela Acher y los amigos del novio (Clemente Cancela y Sebastián De Caro).
James Cagney (17 julio 1899; Nueva York, EE.UU.)
De origen humilde, comenzó su participación en el espectáculo (1919) dentro del teatro de variedades y sin formación específica previa, consolidándose posteriormente en Broadway como bailarín y cantante. La llegada del cine sonoro permitió que repararan en él y en 1930 fue contratado por la compañía Warner. Se inició así una de las carreras interpretativas masculinas más importantes de las décadas del 30 y del 40. Su registro abarcó varios géneros, pero se le recuerda particularmente por sus papeles en películas de gangsters filmadas en los años ’30.
El estilo interpretativo cinematográfico de Cagney estuvo marcado por el vigor y el nerviosismo. Su aspecto físico –no era apuesto y medía 1,70 m– lo alejaron del estereotipo del galán. En muchos filmes fue un enérgico villano, de rostro duro, a menudo sádico y malvado. Sus caracterizaciones le valieron la aceptación y el respeto de los espectadores durante prácticamente toda su carrera. Su paso por el cine se extendió hasta inicios de los ’60, aunque volvió a ponerse delante de las cámaras en 1981, con más de 80 años.
Profesionalmente, James Cagney mantuvo una larga relación con la Warner, caracterizada por algunos conflictos. En pleno éxito de sus películas durante los años ’30, obtuvo una notable mejoría salarial y mejores condiciones de trabajo, luego de una serie de planteos. En 1942 no llegó a un acuerdo por los honorarios y creó su propia compañía distribuidora, pero su experiencia como productor independiente fue un fracaso. Finalmente, retornó a la Warner. Dirigió una única película: “Short Cut to Hell” (1957).
Entre las películas que protagonizó se recuerdan “El enemigo público” (William A. Wellman; 1931), “Sueño de una noche de verano” (William Dieterle y Max Reinhardt; 1935), “Ceiling Zero” (Howard Hawks; 1936), “Ángeles con la cara sucia” (Michael Curtiz; 1938), “Los violentos años 20” (Raoul Walsh; 1939), “Yankee Doodle Dandy” (Michael Curtiz; 1942), “Sangre sobre el sol” (Frank Lloyd; 1945), “Alma negra” (Raoul Walsh; 1949), “Ámame o déjame” (Charles Vidor; 1954), “Mr. Roberts” (John Ford y Mervyn LeRoy; 1955), “Un, dos, tres” (Billy Wilder; 1961) y “Ragtime (Milos Forman; 1981).
En tres oportunidades fue nominado al Oscar como mejor actor protagónico, ganándolo por “Yankee Doodle Dandy”, un film musical. Debe destacarse que, incluso en sus últimas películas, Cagney tuvo siempre a cargo roles protagónicos, y que fue un excelente bailarín y estimable cantante. Se casó una sola vez (con Frances Vernon) y su matrimonio duró 64 años (hasta su muerte). Falleció en New York el 30 de marzo de 1986, a consecuencia de las secuelas de un ataque al corazón.
“El Planeta de los Simios: (R)Evolución” (“Rise of the Planet of the Apes”)
Origen: EE.UU. (2011). Dir: Rupert Wyatt. Prod: Peter Chernin, Dylan Clark, Rick Jaffa y Amanda Silver. Guion: Rick Jaffa y Amanda Silver. Fotografía: Andrew Lesnie. Montaje: Conrad Buff y Mark Goldblatt. Música: Patrick Doyle. Efectos especiales: Colin Decker. Protags: James Franco, Freida Pinto, John Lithgow, Andy Serkis, Tom Felton, Brian Cox. Duración: 105 minutos.
Todo comenzó con “El planeta de los simios” (Franklin J. Schaffner; 1968), basada en la novela homónima de Pierre Boulle. Merced a su éxito de público, siguieron cuatro secuelas –e incluso dos series televisivas con la misma historia– en la década del 70, cualitativamente inferiores a la primera. En 2001, Tim Burton realizó una fallida remake de la original. Y, por si fuera poco, el inglés Rupert Wyatt (con un único largometraje como antecedente) se animó con “Rise of the Planet of the Apes”. Esta película se anunció como una precuela de la zaga. Es decir, narrar el origen del dominio de los simios en nuestro planeta…
La película está bien filmada y logra atrapar al espectador. Los 40 minutos finales poseen un ritmo intenso, con algunas escenas de indudable belleza (como aquella en donde se escuchan ruidos en una calle de San Francisco, caen precipitadamente las hojas de los árboles y comienzan a descender legiones de simios que se abalanzan sobre los humanos…). Particularmente hay que destacar al protagonista excluyente de la historia: César, el chimpancé que recibió por herencia la manipulación genética que realizó el Dr. Rodman (James Franco) y quien con su inteligencia humana es el líder de la rebelión.
El diseño de César y los demás monos –no sólo hay chimpancés, también gorilas y orangutanes– es digital. La factura es impecable. En la piel de César está Andy Serkis, un especialista en eso de aportar la voz y los movimientos de imágenes generadas con computadora. Serkis fue el Gollum de la trilogía “El señor de los anillos” (Peter Jackson; 2001-2003) y el gigantesco gorila de “King Kong” (Peter Jackson; 2005). César se roba la película, con su expresividad, su mirada inteligente y la complejidad de sus acciones.
“El Planeta de los Simios: (R)Evolución” presenta algunos altibajos narrativos. La historia de amor complementaria, clásica en las películas de acción hollywoodenses, está aquí desdibujada –pese a contar con una pareja interesante: James Franco y la bellísima Freida Pinto– y, prácticamente, nada aporta a la trama. Por la mitad del film, el ritmo se hace algo cansino, con tanto intento de dar explicaciones científicas a la cuestión de la evolución simiesca. Además, no deja de sorprender una incoherencia: en una gran metrópolis como San Francisco, la rebelión puebla las calles y el fotogénico Golden Gate con más simios que agentes de seguridad. ¿De dónde salieron tantos monos? De todas maneras, es una obra recomendable, que entretiene e impacta.
Wong Kar-wai (17 de julio de 1958; Shanghai, China)
A los cinco años emigró con su familia a Hong Kong. Se graduó como diseñador gráfico y trabajó en la televisión y en el cine como guionista y productor. En 1988 dirigió su primer film: “As tears go by”, que tuvo un gran impacto en el Festival de Cannes. A partir de entonces Wong Kar-wai ha desarrollado una filmografía personal, por momentos notable, que lo han erigido en uno de los cineastas más interesantes del panorama actual.
Dentro de una cinematografía como la hongkonesa, fundamentalmente dedicada al género de acción, Wong Kar-wai ha asombrado por su gran sensibilidad y delicadeza. Las temáticas de sus películas han sido variadas, pero en todas ellas es evidente el manejo poético de las imágenes, los amores desgarrados, la memoria y las relaciones entre el pasado y el presente como aspectos esenciales de la narrativa y la forma particular de encuadrar los espacios (particularmente, los cerrados).
Otro aspecto destacado en la estética de Wong Kar-wai es su tendencia a filmar sin guiones ya escritos antes de iniciar las películas. Generalmente durante la filmación va introduciendo modificaciones y giros a una idea primigenia. Esto genera una gran tensión entre sus actores y les obliga a realizar grandes esfuerzos. Sin embargo, mediante esta particularidad ha extraído grandes interpretaciones. Al respecto, conviene resaltar que varias figuras han actuado reiteradamente en los filmes de este cineasta. Entre los mismos destacan dos notables intérpretes: Tony Leung y Maggie Cheung.
Dentro de una filmografía exigua, Wong Kar-wai es autor de varias películas brillantes: “El expreso de Chungking” (1994), “Ángeles caídos” (1995), “Felices juntos” (1997), “Con ánimo de amar” (2000), “2046” (2004) y “Cenizas del tiempo” (2008). “Con ánimo de amar” es una obra maestra. “Felices juntos” (“Happy together”) fue en gran parte filmada en Argentina, la historia está basada en el relato “The Buenos Aires affair”, de Manuel Puig, y la banda musical incluye tangos de Astor Piazzolla. “Cenizas del tiempo” es una versión redux de su película homónima, de 1994. Probablemente su film más fallido ha sido “My blueberry nights” (2007), rodada en lengua inglesa y con actores occidentales.
Wong Kar-wai ganó el premio al mejor director en el Festival de Cannes 1997 por “Felices juntos” y el César al mejor film extranjero en 2001 por “Con ánimo de amar”, además de varios otros galardones internacionales. En 2006 presidió el jurado del Festival de Cannes. Algunos críticos de diversas nacionalidades le han considerado como el director oriental más cercano al cine europeo. El mismo Wong Kar-wai ha reconocido su admiración por Michelangelo Antonioni y Jean-Luc Godard, pero lo cierto es que su filmografía posee trazos evidentes de originalidad y brillantez.
“Copia certificada” (“Copie conforme”)
Origen: Francia-Italia-Bélgica (2010). Dir y guion: Abbas Kiarostami. Prod: Marin Karmitz. Fotografía: Luca Bigazzi. Montaje: Bahman Kiarostami. Protags: Juliette Binoche, William Shimell, Jean-Claude Carrière, Angelo Barbagallo. Duración: 106 minutos.
Última película de Abbas Kiarostami, “Copia certificada” no fue filmada en Irán, sino en Italia y con un elenco europeo. Lejos de los personajes y de los paisajes polvorientos de su país, el gran director continúa, sin embargo, siendo fiel así mismo. Cierto es que hay más diálogo y que la protagonista femenina (Juliette Binoche) adquiere un rol bastante más significativo que en sus anteriores filmes. Pero la universalidad de la historia y la incorporación del paisaje –rural y urbano– a la trama, marcas indelebles del cine de Kiarostami, también están aquí presentes.
La escena inicial es admirable. Un primer plano minimalista, con una mesa, sillas, micrófonos y un libro. Un hombre avanza desde el lugar del público e inicia la presentación de alguien que va a disertar: un escritor inglés. Éste (interpretado por el cantante lírico William Shimell, en su primera actuación en cine) expone una serie de ideas sobre el tema de su libro (las copias y los originales en el arte). Entre el público está la Binoche, quien parece interesada por la disertación, pero al mismo tiempo se entretiene en una comunicación con su hijo mediante señas y, finalmente, abandona la sala.
Una anécdota así de sencilla y cotidiana inicia la relación entre ambos. Ella lo lleva en auto hacia un pequeño pueblo situado en la Toscana. Conversan sobre la tesis controvertida desarrollada en el libro: en arte no existen diferencias de calidad entre el original y su copia. Él, más intelectual y arrogante, se dedica a rebatir todo lo que ella dice. Ya en el pueblo, la historia da un giro: desde la amabilidad y el trato cuidadoso entre dos personas que acaban de conocerse se pasa a una serie de conflictos y reproches. Hay una ruptura dramática muy bien planteada, pero además, de identidad. Paulatinamente, la relación entre ambos aparece trastocada. Se llega a un momento en donde ya no se sabe si ambos personajes se han puesto a jugar a que son un matrimonio, o si la comedia se dio al inicio, jugando ahora los dos a desconocerse…
Tal disgresión es apasionante y no debería agobiar al espectador. Lo esencial es el juego de encuentros y desencuentros entre los dos personajes protagónicos, el cuestionamiento de la separación entre realidad y ficción y la reflexión sobre la volatilidad de las relaciones humanas y sobre el valor real del arte en la sociedad. Nuevamente comprobamos que el de Kiarostami es un cine intelectual, pero no a partir de una acumulación de frases “profundas” o de diálogos demasiado literarios, sino como noble elemento que nace de la narrativa fílmica. Por supuesto, no escasean aquí los planos de gran belleza, a la vez que sugestivos y poéticos.
Muy probablemente “Copia certificada” no alcance el nivel de perfección de “Detrás de los olivos” –absoluta obra maestra del cineasta iraní–, pero es una gran película, una obra que se eleva notablemente por sobre la medianía de los últimos estrenos. La actuación de Juliette Binoche es formidable. En una lograda escena, un espejo devuelve el bello y expresivo rostro de la actriz, quien, sin palabras, y con el simple acto de pintarse los labios y probarse unos pendientes, refleja impecablemente su agitado mundo interior y el deseo de seducir y ser amada. Por esta caracterización Juliette ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2010.
Barbara Stanwyck (16 de julio de 1907; Brooklyn, Nueva York; EE.UU.)
Auténtica leyenda de la época de oro de Hollywood, debuto como actriz cinematográfica en 1927. En pocos años se afirmó como una gran estrella, aunque fueron los ’40, los años en donde se afirmó como una notable intérprete, fundamentalmente en papeles dramáticos. Su filmografía se extendió hasta la década del 60, época en la que también protagonizó importantes series televisivas.
Su nombre real fue Ruby Stevens. Vino al mundo en el seno de una familia modesta. Su primer contacto con el espectáculo fue como corista. Con el film “Ladies of Leisure” (Frank Capra; 1930) fue lanzada al estrellato. Capra la dirigió en cinco oportunidades. Otros destacados cineastas que cimentaron la carrera de la Stanwyck fueron William A. Wellman, John Ford, Howard Hawks, Preston Sturges, Billy Wilder, Samuel Fuller, Fritz Lang y Douglas Sirk.
Actuó en más de 80 películas. Entre las más recordadas: “Stella Dallas” (King Vidor; 1937), “Union Pacific” (Cecil B. DeMille; 1939), “Las tres noches de Eva” (1941), “Juan Nadie” (Frank Capra; 1941), “Bola de fuego” (Howard Hawks; 1941), “Pacto de sangre” (Billy Wilder; 1944), “El extraño amor de Martha Ivers” (Lewis Milestone; 1946), “Perdón, número equivocado” (Anatole Litvak; 1948) y “Tempestad de pasiones” (Fritz Lang). En los ’60 protagonizó en televisión “El show de Barbara Stanwyck” y “Valle de pasiones”. Dos décadas después, también en la televisión, intervino en la miniserie “El pájaro canta hasta morir” y en “Dinastía” y “Los Colby”.
Lejos de ser una mujer bella, Barbara Stanwyck alcanzó un gran nivel estelar, como pocas intérpretes lo hicieron. Ello debido a su empeño, carisma y peculiar talento, que le permitió brillar en variados personajes. Fue una eficaz heroína de melodramas, pero también destacó en la comedia, en el western y como mujer fatal en algunos policiales negros. Fue nominada cuatro veces para el Oscar a la mejor actriz, sin obtenerlo. En 1982 se le concedió un Oscar honorífico por toda su carrera. Por sus actuaciones televisivas obtuvo dos premios Emmys en los ´60 y un Globo de Oro en 1982 por “El pájaro canta hasta morir”.
Se casó en dos oportunidades, con los actores Frank Fay (1928-1936) y Robert Taylor (1938-1951). En los filmes que protagonizó tuvo como compañeros a importantes actores, como Clark Gable, Melvyn Douglas, Robert Taylor, Henry Fonda, William Holden, Fred MacMurray, Gary Cooper, Ray Milland, Humphrey Bogart, Errol Flynn, Burt Lancaster, Glenn Ford y Edward G. Robinson. Víctima de un problema cardiológico, falleció en su residencia de Santa Mónica, California (EE.UU.), el 20 de enero de 1990.
¿Diferente de quién?” (Diverso da chi?)
Origen: Italia (2009). Dir: Umberto Riccioni Carteni. Guion: Fabio Bonifacci. Prod: Marco Chimenz. Fotografía: Marcello Montarsi. Montaje: Consuelo Catucci. Música: Massimo Nunzi. Protags: Luca Argentero, Claudia Gerini, Filippo Nigro, Antonio Catania y Francesco Pannofino.
Es de celebrar que en la Italia actual, donde su primer ministro exhibe un conservadurismo retrógrado y absolutamente hipócrita, se planteen temas como el de "Diverso da chi?". Concretamente, el de la homosexualidad asumida, que en esta película es tratada en un contexto de política partidaria, de elecciones y candidaturas. El tono es de comedia, lo cual en principio, luce como promisorio para un film con tal temática. Este género suele aportar una cuota de desenfado, que a menudo permite elevarse sobre ciertos tratamientos pretenciosos y rígidos de los temas controvertidos.
“¿Diferente de quién?” se inicia como una comedia de enredos, con un desarrollo vertiginoso de la historia hasta arribar al planteo del conflicto. Esta primera parte no es demasiado brillante, por cierto, pues el desarrollo de la trama resulta escasamente innovador y la rapidez de las situaciones no logra ocultar la escasa gracia que provocan enredos, idas y vueltas y diálogos poco chispeantes. La ironía, la crítica a los valores tradicionales que defienden algunos personajes y la discriminación a la comunidad gay quedan debilitados por un tratamiento convencional.
Pero lo que viene es peor. De un plumazo, el tono cambia al de comedia romántica. Los leves destellos de agudeza y ciertos gags –no muy logrados, insisto– que asomaban al principio prácticamente desaparecen. La acción se centra en el conflicto que se plantea entre los tres personajes principales. Pero ese conflicto resulta poco creíble, narrado en la forma más trillada que se pueda esperar, amén del esfuerzo interpretativo que realizan los actores.
Así, el espectador siente que se le ha escamoteado una historia que podría haber sido mucho más interesante. En definitiva, quedan en evidencia un guion poco inspirado y un manejo endeble de las situaciones. Lo que apuntaba como una propuesta trasgresora no lo es tal. Pues, para colmo, se respira una cierta ambigüedad política que debilita más el tratamiento del tema.
viernes, 6 de enero de 2012
Ingmar Bergman (14 de julio de 1918; Uppsala, Suecia)
Ha sido uno de los realizadores más prestigiosos y estudiados del cine de posguerra. Hijo de un pastor luterano y de una madre dominante, se crió dentro de una familia muy estricta. Con menos de 20 años se instaló en Estocolmo para cursar estudios universitarios de literatura e historia del arte. Dirigió el teatro universitario y luego fue ayudante de dirección del Gran Teatro Dramático de Estocolmo. En 1943 fue contratado como guionista por la productora cinematográfica Svensk Filmindustri. Trabajó en tal carácter para cineastas como Alf Sjöberg y Gustaf Molander. Debutó como realizador con “Kris” (1945).
A partir de allí desarrolló una filmografía prolífica, que al principio no tuvo mucho eco fuera de Suecia, hasta que adquirió fama internacional con la excelente acogida que tuvo “Sonrisas de una noche de verano” (1955) en el festival de Cannes. Paulatinamente se convirtió en uno de los directores más valorados por la crítica. Ello permitió que se distribuyera por el resto del mundo su obra anterior a ese éxito, aunque con gran desorden cronológico. La importancia de Bergman como cineasta se consolidó a lo largo de los ’60, alcanzando en la década siguiente pleno reconocimiento internacional.
En 1976, un escándalo fiscal llevó a Bergman a autoexiliarse en Munich (Alemania). Permaneció ocho años fuera de Suecia. A partir de los ’80 su filmografía se hizo más escasa, pero permaneció en plena actividad, trabajando para la televisión, continuando su tarea de guionista para otros directores (su hijo Daniel, Bille August y Liv Ullman) y publicando sus memorias en dos volúmenes: “Linterna mágica” (1988) e “Imágenes” (1990). En 2003, con 84 años, realizó su última película. Dirigió en total 46 largometrajes.
Ingmar Bergman siempre reconoció haber sido influenciado por el también cineasta Victor Sjöström, particularmente en la herencia formal del expresionismo. Escribió el guion de casi todas las películas que filmó. Su obra se caracteriza por un excelente aprovechamiento de las posibilidades del blanco y negro en primera instancia, y luego del color. Allí adquiere importancia su habitual colaborador Sven Nykvist, un notable director de fotografía. La narrativa bergmaniana es generalmente lenta, con puntos muertos. Dos temas han sido esenciales en su filmografía: cuestiones existenciales como la muerte, Dios y el sentido de la vida, por un lado, y la incomunicación en el seno de la pareja, por otro. Se trata de un cine intelectual, en ocasiones con fuertes connotaciones psicológicas.
Entre sus filmes más importantes figuran: “Un verano con Mónica” (1953), “El séptimo sello” (1956), “Fresas salvajes” (1957), “La fuente de la doncella” (1959), “Persona” (1966), “La hora del lobo” (1968), “Vergüenza” (1968), “Pasión” (1969), “Gritos y susurros” (1972), “Escenas de la vida conyugal” (1974), “Cara a cara” (1976), “Sonata otoñal” (1978), “Fanny y Alexander” (1982) y “Saraband” (2003). Tres de sus películas (“La fuente de la doncella”, “Como en un espejo” y “Fanny y Alexander”) ganaron el Oscar a la mejor película en habla no inglesa, con varias nominaciones más (película, dirección o guion). Además, en 1970 recibió un Oscar honorario por el conjunto de su obra. También obtuvo galardones en los festivales de Cannes y de Berlín, y en los Golden Globes.
Bergman fue un gran director de actores. Muchos de ellos trabajaron repetidas veces con este cineasta; tal es el caso de: Gunnar Björnstrand, Eva Dahlbeck, Harriet Andersson, Max von Sydow, Bibi Andersson, Ingrid Thulin, Liv Ullmann y Erland Josephson. Algunos (von Sydow, Bibi Andersson, Thulin, Ullmann) desarrollaron carreras internacionales. Asimismo, el cine de este director gozó de la admiración de numerosos cineastas, con reconocidas influencias sobre Andrei Tarkovsky, Paul Schrader y Woody Allen. “Interiores” (Woody Allen; 1978) es un evidente homenaje al universo bergmaniano.
Se casó Ingmar Bergman en cinco oportunidades y, además, mantuvo relaciones sentimentales con las actrices Harriet Andersson, Bibi Andersson y Liv Ullmann. Tuvo nueve hijos, entre ellos Daniel Bergman (también director de cine) y Linn Ullmann (actriz y escritora, hija de Liv Ullmann). Falleció en la isla de Fårö (Suecia), el 30 de julio de 2007.
“Larry Crowne”. Origen: EE.UU. (2011)