lunes, 9 de enero de 2012

“El extraño caso de Angélica” (“O estranho caso de Angélica”).

Origen: Portugal-España- Francia-Brasil (2010). Dir. y guion: Manoel de Oliveira. Prod: Jacques Arhex. Fotografía: Sabine Lancelin. Montaje: Valérie Loiseleux. Protags: Ricardo Trêpa, Pilar López de Ayala, Ana Maria Magalhães, Adelaide Teixeira, Filipe Vargas. Duración: 97 minutos.
 
  Por la reacción del público dentro de la única sala en donde se estrenó, dudo que esta película permanezca mucho tiempo en Rosario. Quizás la gente se irrite por la acción minimalista. Vale destacar que fue realizada por Manoel de Oliveira, probablemente el director en actividad más anciano del panorama actual (102 años). Su primera vinculación con el cine (como actor) ocurrió en el período mudo. Aquí rescató un guion escrito hace unos 60 años, que la censura le impidió filmar. Es sorprendente la vitalidad de este hombre centenario y su amor por el séptimo arte.
“El extraño caso de Angélica” es un film atípico en la cartelera actual. Narrada con parsimonia, simpleza y hasta con deliberada elementalidad, la historia se ancla en una anécdota fantástica. Un fotógrafo profesional es convocado para tomar imágenes de una joven recién fallecida y descubre que la misma le sonríe. Claro, sólo él se percata de ello. La mujer muerta se le aparece reiteradamente, a través de escenas con efectos especiales casi rudimentarios, que remiten a los trucos primitivos de Georges Meliès (un homenaje al pionero francés, sin duda). Hay una temporalidad manifiestamente equívoca; la trama se desarrolla en el presente, con referencias a la actual crisis europea y a modos de trabajos agrícolas anticuados para la era de la maquinización. Al mismo tiempo, la costumbre de fotografiar a los muertos y la vestimenta del protagonista –Ricardo Trêpa, actor que es nieto de de Oliveira– son elementos anacrónicos.
En ese marco, aparecen características comunes del cine de Manoel de Oliveira: reiterados planos fijos (en ocasiones, además, profundos), maestría en el encuadre, acción escasa, personajes secundarios que filosofan y debaten con sencillez sobre cuestiones cotidianas, los paisajes del río Duero… Por lo demás, se prescinde de todo desarrollo psicológico de la aparente historia de amor. De Oliveira prefiere jugar con la tenue frontera entre la realidad y la fantasía. Pues, en rigor, más que un amor, el protagonista parece encontrar el ingreso a otra dimensión: la de los muertos.
No acuerdo con que “El extraño caso de Angélica” sea una gran película, mucho menos una obra maestra. Hay ciertos desniveles narrativos que, por momentos, provocan algún desinterés en la historia. El gran director portugués –cuya obra se conoce fragmentariamente en Argentina– ha realizado varios films más notables que éste (“La divina comedia”, “Viaje al principio del mundo”, “Belle toujours”, etc.). Sin embargo, merece verse. Particularmente, el espectador cinéfilo disfrutará del universo cinematográfico de un autor inclasificable, que no cesa de sorprendernos.   

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