lunes, 9 de enero de 2012

Stanley Kubrick (Nueva York, EE.UU., 26 de julio de 1928).

Con solo 13 largometrajes a lo largo de 46 años, este hombre ha quedado en la historia como uno de los cineastas norteamericanos más brillantes y reconocidos. Su cine ha suscitado diferentes reacciones, fundamentalmente entre los críticos; algunos le han alabado y otros denostado. Asimismo, algunas de sus películas generaron reacciones exaltadas por tocar temas controvertidos (el sexo, el militarismo, la violencia). De todas maneras, el conjunto de su obra destaca por una inusual calidad técnica y artística.
 Nacido en el seno de un hogar de judíos no practicantes, se acercó al mundo de las imágenes a través de la fotografía, trabajando en la revista Look. A principios de los ’50 filmó tres cortometrajes. Con el apoyo económico de su familia y poco más de 20 años, realizó un primer film de larga duración: “Miedo y deseo”, que fue protagonizada por actores desconocidos y estrenada en 1953. Durante el resto de la década, Kubrick continuó filmando, cada vez con más presupuesto e intérpretes de prestigio. Merecen destacarse dos películas extraordinarias: “Casta de malditos” (1956) y “Patrulla infernal” (1957). Esta última dio lugar al reconocimiento masivo de Kubrick como cineasta meritorio.
Desde sus inicios, demostró que no le interesaba atenerse a las reglas de los estudios cinematográficos. El joven rebelde rodó luego una película inusual en su carrera: “Espartaco” (1960), con un elenco de estrellas. Posteriormente se trasladó a Londres para filmar “Lolita” (1962), de alto contenido erótico para la época. A partir de allí fijó residencia en el Reino Unido. Luego de “Dr. Insólito” (1964), realizó su film más recordado: “2001: Odisea del espacio” (1968), una obra maestra. En los ´70 dirigió otras dos cintas muy célebres “La naranja mecánica” (1971) y “Barry Lyndon” (1975). A partir de allí, su filmografía se espació cada vez más, con “El resplandor” (1980), “Nacido para matar” (1987) y “Ojos bien cerrados” (1999).
Kubrick fue un perfeccionista, capaz de reiterar una escena hasta la exasperación. Conservó para sí el control de todos los aspectos de la realización. Abarcó géneros diferentes, empleando distintas tecnologías, y trasladó a la pantalla conocidas obras literarias. Pese a ello pueden rastrearse ciertos elementos habituales en la trama de su obra: personajes sometidos a situaciones extremas, en ocasiones próximos a la locura, seres perdedores, distanciamiento afectivo, creciente violencia, desenlaces siempre alejados del happy end… Diferentes críticos le han achacado una marcada grandilocuencia, cierta frialdad y falta de compromiso emocional, carencia del sentido del ritmo cinematográfico, etc. Todo ello es bastante discutible.
Lo cierto es que este director ha filmado grandes películas, ha puesto su sello personal en el tratamiento de diversos temas y géneros, ha dirigido a sus actores con maestría y ha dejado para el patrimonio cinematográfico mundial varias escenas memorables. Entre estas últimas merecen recordarse a la del hombre mono lanzando un hueso hacia arriba y –en una admirable elipsis–, la imagen del objeto que se eleva trastocando en una nave espacial en “2001: Odisea del espacio”, a los 20 minutos finales de “Nacido para matar” y a la escena del baile entre Nicole Kidman y Skye Dumont en “Ojos bien cerrados”. Aún no estrenada esta última, Stanley Kubrick murió el 7 de marzo de 1999 en Hertforshire, Reino Unido.   

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