martes, 26 de julio de 2011

Claude Chabrol (París, Francia, 24 de junio de 1930)




Como crítico de cine, es de destacar un ensayo sobre Alfred Hitchcock, escrito en colaboración con Eric Rohmer para Cahiers du Cinéma. El mismo dio lugar posteriormente a un libro. Sus primeras películas se adscribieron al movimiento conocido como Nouvelle Vague, con bajos presupuestos y actores nuevos. Sin el carácter experimentador de Godard o Resnais, ni el lirismo de Truffaut, esos primeros fims no lograron impresionar grandemente a público ni crítica. Hacia fines de la década del 60, la sucesiva realización de varias obras notables lo condujeron a una posición de privilegio.

Su consolidación como cineasta importante coincidió con el abandono de ciertos principios estéticos de la Nouvelle Vague, aspecto que algunos fustigaron ácidamente. Sin embargo, la “comercialización” de su cine no implicó que dejara de lado los aspectos esenciales en su sello como autor. Chabrol utilizó la estructura del relato policial para ahondar en las relaciones de clase y de poder, en un marco de crítica a la burguesía francesa. Los personajes que creó fueron abordados con una mirada distante; a menudo eran seres mediocres, ambiciosos, mezquinos y arribistas. Los crímenes, la violencia, las bajas pasiones, la maldad y las disfuncionalidades familiares fueron situaciones comunes en las tramas de sus historias.


 


Su obra fue profusa. Dirigió casi 60 películas para el cine y 21 para la televisión. Entre las primeras hay un buen número de grandes obras, como “Los primos” (1959), “Las amigas” (1968), “La mujer infiel” (1969), “La bestia debe morir” (1969), “El carnicero” (1969), “Al anochecer” (1971), “Bodas sangrientas” (1973), “Niña de día, mujer de noche” (1978), “Un asunto de mujeres” (1988), “El infierno” (1994), “La ceremonia” (1995), “No va más” (1997), “Gracias por el chocolate” (2000), “La flor del mal” (2003) y “Bellamy” (2009). Dentro de una brillante filmografía general hubo algunas películas fallidas, como “Doctor Casanova” (1972), “Nada” (1974), “Madame Bovary” (1991) y “Una mujer partida en dos” (2007).

Con Chabrol trabajaron los más variados intérpretes, tanto franceses (entre otros: Jean Paul Belmondo, Jean-Claude Brialy, Bernadette Lafont, Charles Denner, Jean-Pierre Cassel, Michèle Morgan, Michel Bouquet, Jean-Louis Trintignant, Michel Piccoli, Michel Serrault, Philippe Noiret, Emmanuelle Béart, Sandrine Bonnaire, Nathalie Baye, Benoît Magimel, Gérard Depardieu), como provenientes de otras cinematografías (Jean Seberg, Anthony Perkins, Orson Welles, Mia Farrow, Romy Schneider, Stefania Sandrelli, Ann-Margret, Donald Sutherland, Jodie Foster, Alan Bates). Pero hay dos actrices que pueden considerarse fetiches para este director. Una de ellas es Stéphane Audran, su segunda esposa, quien participó en más de 20 de sus películas. La otra es Isabelle Huppert, notable musa de siete filmes “chabrolianos”.

 

A lo largo de su dilatada carrera, Chabrol o sus películas obtuvieron varios galardones internacionales. En algunas cintas intervino como actor. A despecho de las punzantes críticas a la burguesía, común en toda su obra, disfrutó de los placeres –la buena comida, por ejemplo– que le deparaba pertenecer a ese sector social. Aún en actividad, la muerte le sorprendió en París el 12 de setiembre de 2010. Tenía 80 años.   

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