sábado, 30 de julio de 2011

Un maldito polícia en Nueva Orleans (The Bad Lieutenant: Port of Call - New Orleans)

Origen: Estados Unidos (2009) Dirección: Werner Herzog. Guión: William Finkelstein, basado en el del film previo escrito por Victor Argo, Paul Calderon, Abel Ferrara y Zoë Lund. Protagonistas: Nicolas Cage, Eva Mendes, Val Kilmer, Xzibit, Fairuza Balk y Jennifer Coolidge. Fotografía: Peter Zeitlinger. Música: Mark Isham. Duración: 122 minutos.

En la primera escena Werner Herzog nos ambienta en una cárcel inundada post-huracán Katrina. Terence McDonagh (Cage) le salva la vida a un recluso que se encuentra tras las rejas rogando ser liberado antes de ser víctima del agua, al hacerlo lastima severamente su espalda (dicha peripecia cambiará su vida). Acto seguido, lo tenemos a McDonagh en un hospital, donde el médico le receta las drogas correspondientes que deberá tomar el resto de su vida.
Nueva Orleans, tres meses después (tiempo que estipula el film) tenemos a un policía que consume cocaína (según él, para disminuir su dolor de espalda), que padece de insomnio (lo que exacerba su irritabilidad), que se endeuda cada vez más como resultado de las apuestas y que involuntariamente se entromete con personas que pueden hacerlo esfumar empleando una palabra. Tampoco ayuda el hecho de que su “novia” interpretada por Eva Mendes, sea una prostituta que también pertenece al agujero de la drogadicción; Val Kilmer, sea su inescrupuloso compañero y que su padre (Tom Bower) y su madrastra (Jennifer Coolidge) sean alcohólicos.
McDonough es puesto al frente de la investigación -que deberá resolver gobernado de alucinaciones (en su mayoría reptiles) y procediendo instintivamente- por el asesinato de cinco integrantes de una familia senegalesa, como resultado de la lucha por el control del tráfico de drogas en la zona.
La artesanía del director se deja ver en la disección del género policial, los sólidos cimientos del guión de William M. Finkelstein le permitirán aferrarse sin temor a la narrativa clásica y arquetipos del género negro y de allí en más montar un universo siniestro, opresivo y lisérgico que el protagonista recorrerá estimulado full-time.
Un maldito policía en Nueva Orleans, plantea un acercamiento a la naturaleza de la demencia urbana, representada por los hilarantes brotes psicóticos de Nicolas Cage (cuyo histrionismo es hábilmente explotado por el director), el más memorable (y antológico) es cuando al culminar una balacera vocifera “Shoot him again, his soul is still dancing!” (¡Dispárale otra vez, su alma todavía baila!), acto seguido vemos el “alma” del criminal bailando break-dance mientras suena alegremente una harmónica de fondo.
Ya sobre el cierre, la redención llega de la mano del azar, la onírica conclusión se acopla de ironía y de fino cinismo (como toda la envergadura del film) y en un acuario Terence McDonagh se ríe, Werner Herzog detrás de cámara… también.     

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