También bailarín, sus dotes para la danza se aprovecharon en diversas películas. Lo más famoso de su filmografía está representado por: “Los cuatro jinetes del Apocalipsis” (Rex Ingram; 1921) –en donde encarna a un argentino y baila el tango en una famosa escena–, “El sheik” (George Melford; 1921), “Sangre y arena” (Fred Niblo; 1922), “El aguila negra” (Clarence Brown; 1925) y “El hijo del sheik” (George Fitzmaurice; 1926).
Alcanzado el éxito vivió una vida de lujos y fastuosidad. Estuvo casado –en ambos casos por corto tiempo– con las actrices Jean Acker y Natacha Rambova. Falleció el 23 de agosto de 1926, con solo 31 años y víctima de una peritonitis. No llegó a intervenir en película sonora alguna. Escribió poesías que editó en un libro y durante su vida se publicó su biografía –aparentemente tomada de su diario personal–, en forma seriada.
Fue considerado en su época un actor apenas discreto. Pero lo más notable de este personaje es la enorme trascendencia de su figura y su fuerte impacto social (particularmente a nivel de las espectadoras femeninas). Fue uno de los más grandes mitos del cine de todos los tiempos. El funeral de Rodolfo Valentino convocó a muchísimas personas, tanto ligadas a la cinematografía como al público. Sobre su vida y su paso por el Séptimo Arte se han publicado numerosos libros. En 1977 Ken Russell realizó el film “Valentino”, con el bailarín Rudolf Nureyev encarnando al célebre Rodolfo.
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