sábado, 30 de julio de 2011

“El tercer hombre” (“The Third Man”).

Origen: Reino Unido (1949). Dir: Carol Reed. Prod: Alexander Korda. Guion: Graham Greene y Alexander Korda. Fotog: Robert Krasker. Montaje: Oswald Hafenrichter. Música: Anton Karas. Protags: Joseph Cotten, Alida Valli, Orson Welles, Trevor Howard. Duración: 104 minutos 

 “En Italia, en 30 años de dominación de los Borgia hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor y fraternidad, 500 años de democracia y paz… ¿y qué produjeron? El reloj cucú”… Antológica frase de la película, pronunciada por Harry Lime (Orson Welles), en una de las escenas más recordadas. Pues en “El tercer hombre” abundan las escenas notables y es destacable la calidad de diálogos y monólogos.
No innovó este film absolutamente nada en el lenguaje cinematográfico. La narrativa es convencional y la historia sencilla. Eso sí, en algunos momentos la trama se hace enrevesada, pero contado todo con tanta agilidad, que el interés no decae un momento. A su vez, es excelente la fotografía, con remedos de expresionismo y una atmósfera que remite al cine negro norteamericano. “El tercer hombre” mixtura al policial con el thriller y el drama. El estilo fílmico es sumamente elegante. No escasean ciertos aspectos formales que añaden excelencia a la puesta en escena: algunos movimientos de cámara (tomas inclinadas, travellings) –que recuerdan el modo de filmar de Welles–, el bello plano secuencia de la escena final, varios primeros planos para resaltar la tensión de los personajes, un montaje casi perfecto…
 
Además, hay un guion sólido. Pertenece al escritor inglés Graham Greene. Es hoy una novela famosa, pero se escribió directamente para convertirse en guion cinematográfico (Greene aseguraba que no podía crear el argumento de un film, sin antes haber escrito previamente el cuento o novela). Está la atrapante música de fondo, una melodía (“The Harry Lime Theme”), interpretada en cítara por el vienés Anton Karas –a quien Carol Reed conoció accidentalmente, ejecutando dicho instrumento en una taberna– y constantemente escuchada en el film. Y está la recreación de Viena (en parte filmada en estudios ingleses), una Viena semiderruida luego de la Segunda Guerra Mundial, notable y sombríamente fotografiada a través de sus calles y callejuelas, escalinatas, restos de escombros y cloacas…
Pero aún así, todo ello no alcanza para justificar que “El tercer hombre” pueda considerarse una obra maestra. Falta considerar la dimensión humana, que le da vigor y credibilidad a la historia. Y aquí también este film destaca ampliamente. Es muy importante en la trama el personaje de Orson Welles, cínico, elegante y enormemente seductor, al punto de provocar nuestra empatía, pese a tratarse de un individuo bastante peligroso. Pero sólo aparece pasados los primeros 60 minutos… En rigor, quien sostiene casi toda la historia es otro personaje: Holly Martins, a cargo de Joseph Cotten. Un enorme mérito de la trama es que se trata de un antihéroe (escritor casi fracasado, poco culto, bastante torpe, dado al alcoholismo y que se enamora de la mujer equivocada). Es fiel al sentido de la amistad, pero cuando comprende que su amigo es un sujeto absolutamente siniestro, entra en crisis y termina delatándolo, ante un jefe de policía (Trevor Howard) bastante poco agradable. Es decir, tenemos a un personaje enormemente real, creíble, que vacía de frialdad a una historia trepidante, con escenas funcionales, pero cerebral y plagada de seres misteriosos, inescrupulosos y cínicos.
 
Joseph Cotten, brilla en su caracterización con sobria sensibilidad. También Orson Welles y la bella Alida Valli resultan impecables. Entre tantas escenas notables, tres resultan particularmente memorables: la presentación de Harry Lime, escondido en el portal de un edificio y descubierto a nuestros ojos –y a Holly Martins– por la luz de una ventana que rasga la oscuridad; la persecución final de Harry Lime a través de las sombría y sórdida red cloacal de Viena –con una bellísima imagen que muestra su mano intentando levantar una reja– y el mencionado plano secuencia en tiempo real, en donde se rompe toda ilusión de happy end…
“El tercer hombre” obtuvo un Oscar en 1950 por la fotografía (también estuvo nominada para dirección y montaje), el BAFTA a la mejor película británica y el Gran Premio del Festival de Cannes 1949. Muchos críticos han sostenido que Welles codirigió la película.   
 

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