La nueva película de Woody Allen evidencia las acusaciones que recibió desde siempre considerándolo un nostálgico, plasmando aquella época en la que fomentó su formación en el campo intelectual y rindiendo tributo a sus héroes de la Ciudad Luz de los años '20.
El film comienza mediocremente, con una larga secuencia de postales turísticas (60 en total) de la capital francesa, que logra defenderse gracias al saxo soprano de Sydney Bechet. Woody como había hecho en Barcelona y Londres no teme caer en el clisé y se queda con los lugares más reconocibles de Paris.
En este nuevo viaje fantástico -luego de la “La rosa púrpura de El Cairo”- Gin (Owen Wilson) es un reconocido guionista de Hollywood deseoso de concebir su primera novela, que viajará junto a su manipuladora novia Inez (Rachel McAdams) a París, aprovechando un viaje de negocios de su suegro. Los problemas no tardarán en surgir, ante la mirada despectiva de sus republicanos suegros (Kurt Fuller y Mimi Kennedy) y, ante la llegada de un pedante inglés amigo de Inez (Michael Sheen) que los invitará a distintos lugares artísticos haciendo gala de sus amplios conocimientos, la paciencia de Gin culminará rápidamente.
Es en este momento de tensión donde Gin, bajo los efectos del alcohol se perderá en las calles parisinas y, como si de un cuento de hadas de tratara, al sonar las campanadas de medianoche un Peugeot aparecerá frente a el y sus pasajeros lo invitarán a subir. Algo inseguro, termina por subirse a aquel misterioso vehículo que lo llevará a los años '20, más precisamente a la esfera en la que imperaba la bohemia intelectual de la época.
En bares y fiestas nuestro abrumado anti-héroe conocerá a Cole Porter, F. Scott y Zelda Fitzgerald, Salvador Dalí, Luis Buñuel, Man Ray, T. S. Eliot, Pablo Picasso, Djuna Barnes y Jean Cocteau. Platicará de las frustraciones de su novela con Ernest Hemingway y terminará pidiéndole consejos a Gerturde Stein. Además, se enamorará de una musa de pintores –ex amante de Picasso, Braque, Modigliani- que encarna la bella Marion Cotillard. En esta década se disfrutan los mejores picos del film, tanto en la ambientación como en sus interesantes y divertidos diálogos.
“Retornando” a la actualidad lidiará con más inquietudes que la última vez, su novia –que poca atención le concede- no le creerá una palabra de los sucesos que presenció y seguirá aceptando más invitaciones de su amigo antes que caminar con él bajo la lluvia. Gin matará las horas hasta volver a esos hermosos años recorriendo tiendas de venta de antigüedades, donde conocerá a una joven (Léa Seydoux) que ante su sorpresa se deleita con la música de Cole Porter. Por otro lado se quitará algunas dudas con una guía turística (la primera Dama Carla Bruni).
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